sábado, 26 de diciembre de 2009

Regimiento de exploradores Selous


Una década de guerra en la sabana rhodesiana convirtió a los exploradores Selous en la unidad antiguerrillera más experta del mundo, pero incluso para tan veteranos soldados la guerra les aseguraba una muerte cierta si aflojaban la vigilancia tan sólo un minuto.

Los Selous Scouts nacieron , cuando el Gobierno de Slisbury (Capital de Rhodesia), creó un fuerza que debía entrar en la selva, y en unidades pequeñas pero fogueadas y bien armadas, actuar de manera autónoma, señalar las bases y ubicaciones guerrilleras para ser atacadas por las unidades del ejercito regular; y lo que es mas importante, parecer fuerzas guerrilleras. Su primer jefe fue el Teniente Coronel Ron Reid Daly (ex -SAS). El Regimiento de Exploradores, formado en diciembre de 1973, no fue la primera unidad de este tipo, ni sus miembros descubrieron nuevos métodos antiguerrilleros, pero los Selous, en su corta historia, se convirtieron en uno de los mejores del mundo.

Su éxito era un reflejo de la calidad y la cantidad de su entrenamiento. Todas las unidades de este tipo sufren unas pruebas rigurosas, pero para muchos observadores no familiarizados con la dureza de la sabana rhodesiana parecía que los exploradores eran sometidos a pruebas caso inhumanas de resistencia y de "estómago": Era esencial que el entrenamiento básico eliminara a los débiles y seleccionara a los mejores y más aptos. Tan pronto como los voluntarios llegaban a Wafa Wafa, en el campo de entrenamiento de los Exploradores a orillas del lago Kariba, se les daba una muestra de lo que tendrían que superar. Al llegar a la base, cansados y bañados en sudor se les había ordenado correr durante los últimos 25km. No veían ni barracones, ni comida, ni tampoco ninguna bienvenida, sólo unas cuantas chozas de paja y los ennegrecidos restos de un fuego agonizante. Tampoco se les daba comida. A partir de ese momento los instructores empezaron a agotar, a matar de hambre y a hostilizar a los reclutas. También era normal que entre 40 o 50 hombres de los 70 que se presentaban a las pruebas, acababan abandonándolas en los primeros días. El curso básico eran 17 días de un puro infierno. Cada mañana desde las primeras luces hasta las 17:00 horas, los reclutas eran sometidos a un programa de adaptación que agotaba sus fuerzas y tenían muy poco tiempo para descansar hasta que su capacidad básica en el combate se fuese agudizando. El día terminaba obligándoles a desarrollar un tipo de asalto arriesgado y difícil, destinado a superar su miedo a las alturas; después, en cuanto caía la noche, comenzaba el entrenamiento nocturno. Durante los primeros cinco días no se entregaba comida alguna a los aspirantes, teniendo que vivir de lo que encontraban. El tercer día se colgaba un animal muerto, que se dejaba pudrir bajo el sol. Dos días después se troceaba, se les sacaban las tripas y se cocinaba con gusanos y todo. El mayor Red Daily explicaba el por qué: “Poca gente sabe que la carne podrida es comestible si se hierve completamente, aunque si se recalienta, uno se expone a la muerte por botulismo. Cuando los Exploradores están en misión de reconocimiento, en lo que no siempre habrá disponibles suministros, podrán subsistir con una res muerta, pero tienen que asegurarse de esto por su propia experiencia, ya que de lo contrario nunca lo comerían. Los últimos tres días de entrenamiento básico se dedicaban a una marcha de resistencia. Cada hombre tenía que llevar aparte de sus armas y unas cuantas raciones (125 gramos de carne y 250 gramos de harina de maíz). Tenían que llevar consigo un paquete con 30 kilos de piedras durante una distancia de 100km. Las piedras estaban pintadas de verde y contabilizadas, por lo que no podía descargarse ninguna de ellas durante la marcha y ser sustituidas por otras más pequeñas antes de llegar al final. Para estar doblemente seguros de su vigor, los últimos 12km se hacían a más velocidad. Este último trecho tenía que ser cubierto en dos horas y media, lo que significaba que los hombres tenían que ir forzando todo el tiempo. Los hombres que superaban las primeras fases del adiestramiento eran trasladados, después de una semana de reposo, a un campamento especial para emprender la “fase crítica”. Si los exploradores habían de ser eficaces, era evidente que deberían tener un aspecto, actuar y hablar igual que los guerrilleros de verdad. La base estaba construida y organizada como un campamento rebelde y los instructores tenían que actuar para convertir a los reclutas en auténticos guerrilleros, preparados para enfrentarse a cualquier situación de riesgo y a cualquier enemigo en la Sabana. En la “fase crítica” se les enseñaba a romper con la costumbre de afeitarse, levantarse a horas fijas, fumar y beber, y adoptar un estilo de vida como el de los guerrilleros. Se les entrenaba en todo, desde la muerte ritual de una cabra, hasta marchar por la jungla en fila. Aunque los soldados negros de los Exploradores eran los que mantenían un contacto más directo con el enemigo, los oficiales blancos se hacían pasar por negros, al menos a cierta distancia. Se pintaban de negro con un corcho quemado o con maquillaje de teatro, llevaban un gran sombrero flexible y se dejaban crecer una larga barba, para poder ocultar sus rasgos europeos más evidentes. Los aspirantes que superaban el programa de entrenamiento tenían poco tiempo para regodearse de su triunfo. Excesivo o no, su entrenamiento dio buenos frutos en el campo.

Al explorador Selous se le permitía más libertad en cuestión de indumentaria que a ninguna otra unidad similar. Oficialmente el uniforme era el mimetizado del Ejército rhodesiano, con gorro picudo de camuflaje y cogotera, el calzado era bota de cuero marrón y polainas tobilleras. Pero en la práctica, en medio de la espesura, lo "normal" era un pantalón corto caqui, y calzado especial para rastreo. Cinturón con cantimplora y poco más, aunque naturalmente este atuendo era sólo necesario en misiones de corto alcance. Como símbolo identificador oficial portaban boina color arena similar a la que usa el SAS. Estas unidades operaban en la jungla en misiones de búsqueda y destrucción del enemigo. En operaciones tan delicadas era esencial que los rebeldes no se enteraran de la presencia de los Selous, por lo que los Exploradores en camiones cubiertos o en helicóptero, de noche, bastante lejos del área sospechosa, y utilizando su dominio de la Sabana, se trasladaban a pie al lugar de las operaciones. Una vez en el sitio, se establecía un puesto de observación a una altura conveniente para tener una buena visión de todo lo que ocurriera alrededor.

Inevitablemente , debido a la extrema seguridad que rodeaba las operaciones de los exploradores, los miembros de las fuerzas regulares que ya estaban resentidos por su trato "especial" y su informal uniforme, empezaron a plantearse su utilidad. La cosa subió de tono al finalizar la década de los 70 y los exploradores fueron acusados de contrabando de armas y de caza furtiva. Durante un tiempo el regimiento capeó el temporal, pero con la renuncia de su comandante en 1979 quedó claro que el fin estaba próximo. En marzo de 1980, poco después de la toma del poder por parte de los nacionalistas africanos, los exploradores fueron disueltos y la corta carrera de la unidad tuvo un final poco glorioso. En su corta historia los Exploradores infligieron al enemigo grandes pérdidas, aunque debido al secreto que rodeaba sus operaciones pocos rhodesianos conocían su existencia. No fue hasta después de terminada la guerra cuando se publicó un informe en el que se reconocía a los Exploradores como responsables del 70% del total de rebeldes muertos, lo que demostraba su capacidad operativa. En menos de 7 años de combates por la Sabana, los Exploradores perdieron 36 hombres muertos en combate, pero habían eliminado a varios millares de guerrilleros.

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